El Mundo: 'Los musulmanes también están fallando a la hora de integrarse'
Hace diez años tomó una decisión que le cambió la vida. Una de tantas que a diario forjan las señas de identidad de un periódico. Flemming Rose (1958), entonces jefe de Cultura del Jyllands-Posten, quería un boceto de la autocensura en Europa y envió un e-mail a la asociación de viñetistas daneses:«Dibujad a Mahoma como lo veais». La publicación de las caricaturas incendió el planeta y dejó escaldada su propia vida, obligándolo a una rutina de escolta y semiclandestinidad. La matanza de Charlie Hebdo le devolvió primera línea de combate por la libertad de expresión, que ha protagonizado su intervención en el campus FAES y en cuya defensa justifica la publicación de los dibujos.
¿Se arrepiente de haber publicado las viñetas?
No. No creo que una caricatura valga una sola vida humana. Si te rindes a la intimidación y a la violencia, envías el mensaje de que ambas funcionan. Yo no pedí librar esta batalla, me vino impuesta. Esos dibujos no se publicaron para ofender a los musulmanes, sino para preguntar si existe la autocensura y si está basada en el miedo. Diez años después, la respuesta es sí.
Tras la masacre de Charlie Hebdo, ¿cree que ha aumentado esa autocensura?
Creo que en algunas cuestiones hay más, pero también hay individuos luchando contra ella. En el caso de mi periódico no publicamos caricaturas de Mahoma desde 2008 por cuestión de seguridad. La gente no lo sabe, pero desde hace ocho años el periódico y empleados como yo o Kurt Westergaard [autor de la viñeta de Mahoma con una bomba en el turbante] hemos sufrido entre cinco y diez atentados fallidos.
La policía ha interrumpido dos veces la entrevista para conocer exactamente su ruta de hoy. ¿Vive así todos los días?
Sí, y es muy difícil acostumbrarse a coordinar la vida con la policía. Intento tener presente que esto ocurre porque hay personas que quieren matarme.
Dice que la matanza de Charlie Hebdo no le sorprendió... ¿Hay que acostumbrarse?
No creo que la amenaza se disipe, sino al contrario. Antes venía sobre todo en forma de ataques suicidas; ahora, como hemos visto en Túnez, llega de alguien que arranca a disparar en la playa o una tienda. Habrá más ataques, es parte de una batalla de ideas sobre lo que significa vivir en una sociedad multicultural y multirreligiosa...
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¿Se arrepiente de haber publicado las viñetas?
No. No creo que una caricatura valga una sola vida humana. Si te rindes a la intimidación y a la violencia, envías el mensaje de que ambas funcionan. Yo no pedí librar esta batalla, me vino impuesta. Esos dibujos no se publicaron para ofender a los musulmanes, sino para preguntar si existe la autocensura y si está basada en el miedo. Diez años después, la respuesta es sí.
Tras la masacre de Charlie Hebdo, ¿cree que ha aumentado esa autocensura?
Creo que en algunas cuestiones hay más, pero también hay individuos luchando contra ella. En el caso de mi periódico no publicamos caricaturas de Mahoma desde 2008 por cuestión de seguridad. La gente no lo sabe, pero desde hace ocho años el periódico y empleados como yo o Kurt Westergaard [autor de la viñeta de Mahoma con una bomba en el turbante] hemos sufrido entre cinco y diez atentados fallidos.
La policía ha interrumpido dos veces la entrevista para conocer exactamente su ruta de hoy. ¿Vive así todos los días?
Sí, y es muy difícil acostumbrarse a coordinar la vida con la policía. Intento tener presente que esto ocurre porque hay personas que quieren matarme.
Dice que la matanza de Charlie Hebdo no le sorprendió... ¿Hay que acostumbrarse?
No creo que la amenaza se disipe, sino al contrario. Antes venía sobre todo en forma de ataques suicidas; ahora, como hemos visto en Túnez, llega de alguien que arranca a disparar en la playa o una tienda. Habrá más ataques, es parte de una batalla de ideas sobre lo que significa vivir en una sociedad multicultural y multirreligiosa...
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